Jennifer Haller es una mujer de 43 años de edad que representa a la primera de 45 personas voluntarias que se han ofrecido para probar la efectividad y seguridad de la vacuna mRNA-1273, una inyección que aspira ser la cura para la pandemia del COVID-19.
La vacuna mRNA-1273 ha sido desarrollada por científicos del Instituto de Investigación de Kaiser Permanente en Seattle, EEUU. »Todos nos sentimos muy indefensos. Esta es una gran oportunidad para hacer algo», explicó en una entrevista.
»Estoy orgullosa de mí y agradecida por el privilegio que tengo de poder hacerlo. Estoy saludable, tengo un salario, una empresa flexible, amigos y familia que me apoyan. Mi preocupación es por la gente que trabaja por hora y sus vidas serán severamente afectadas», dijo.
Jennifer explica que es consciente de los posibles efectos secundarios que pueda sufrir su cuerpo después de la inyección.
Los especialistas aseguran que no hay posibilidad de que se contagien los participantes porque las vacunas no contienen el coronavirus en sí.
Inyectar un ARN mensajero en un cuerpo humano hace que se desarrolle en el interior del organismo, liberando una respuesta inmune sin necesidad de infectar a la persona con el virus completo.
»La posibilidad de que yo tenga que ver con ayudar a salvar vidas es enorme. Si esto no es la vacuna correcta, por lo menos soy parte del proceso para estar más cerca de ayudar a la gente», explicó.
Experimental COVID-19 vaccine test begins as U.S. volunteer receives first shot https://t.co/y1CjYOfQFH pic.twitter.com/2juOKBwfSm
— TIME (@TIME) March 17, 2020