Un adolescente de 13 años de edad de Dongguan, en China, tuvo que ser sometido a una cirugía para extraerle un cable eléctrico de 70 cm de largo que se había metido en la uretra ya que quería saber de dónde provenía la orina.
Según explican en Global Times, el cable se enredó en su vejiga durante más de tres meses. En ese tiempo el menor sufrió micciones frecuentes, urgentes y dolorosas, a veces incluso con sangre, según los informes.
Al final tuvo que ser trasladado al hospital para retirarle el cable con un cirugía.
Según explicó el médico que lo atendió, el cable eléctrico era originalmente negro, pero después de estar en su cuerpo durante mucho tiempo, el cable se cubrió con suciedad de orina y se volvió de un color grisáceo.
Radiografías que le hicieron al joven con el cable en el interior y una vez extraído:
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