El barco Astongate nevegaba desde el puerto japonés de Toyama al ruso Vladivostok con una carga de vehículos. Más o menos en la mitad de su recorrido se vio atrapado en una tormenta con olas de hasta 10 metros. En la cubierta iban un total de 64 coches usados comprados en subastas. El fuerte viento hizo que se rompieran los amarres y los vehículos empezaron a deslizarse sobre la cubierta helada del buque. Al final, un total de 52 coches cayeron al mar y el resto llegó a Rusia con daños.
Ningún marinero resultó herido. Según hemos podido leer, los coches viajaron en cubierta bajo la responsabilidad del propietario de la carga para abaratar costes. Según los marineros experimentados, un montón de coches de Japón suelen ir a Rusia sin seguro. Poner los coches en la cubierta de los barcos no es seguro, pero en estos casos, el propietario firma un documento que envía la carga »a su propio riesgo».
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