Miles de británicos convirtieron las playas de Bournemouth en una réplica de Benidorm en el día más caluroso del año, con los termómetros marcando 34 grados en plena ola de calor.
La afluencia fue tan masiva que el Ayuntamiento local declaró un «incidente mayor» y la policía tuvo que pedir a los bañistas que desalojaran la playa, ante la petición desesperada del asesor médico del Gobierno, Chris Witty: «El coronavirus volverá a propagarse si no se respeta la distancia social».
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