Esta es la carta que un pediatra de Atención Primaria, que tiene una paciente con cáncer. Le escribe a la alcaldesa de Molina de Segura (Murcia), que se aprovechó de esta circunstancia para recibir, de forma presuntamente irregular, la vacuna del COVID-19 escudándose en un sospechoso escrito de un médico próximo a ella que también está siendo investigado.
Esta es la carta:
»Lola es el nombre ficticio de una de mis pacientes reales. Tiene once años y desgraciadamente ya conoce las puñaladas que da la vida, pues lleva sus dos últimos luchando contra un osteosarcoma. Si no sabe usted lo que es eso, no se preocupe que yo se lo resumo en dos palabras: una putada. Con P de PSOE. O de PP, o de Podemos, que para este caso tanto da. Y en su pelea diaria casi nunca pierde esa preciosa sonrisa que ilumina mi consulta cada vez que entra y nos alegra el día a todos los que tenemos la suerte de compartir con ella esta dura batalla.
Del coraje y entereza de su madre no le digo nada, pero échele imaginación y aún así se quedará usted corta. Ella es muy consciente, como usted, de la fragilidad del ser humano. Y tiene sus miedos, como usted. Y en sus peores pesadillas, seguro que también como en su caso, negros pájaros revolotean alrededor de su hija graznando amenazantes metástasis y recidivas. Pero luego se despierta, aprieta los puños, llora lo justo y a escondidas, y se viste con su mejor sonrisa para iniciar otro nuevo día junto a Lola, que no será alcaldesa pero es su princesita, una princesa tan importante para ella –para mí también– al menos como la alcaldesa de Molina, por muy excelentísima señora que usted sea. Y si usted se expone en su ayuntamiento (porque quiere), ella está obligada a hacerlo en su colegio tanto o más que usted.
Por eso, la próxima vez que la vea tendré que explicarle que no, que yo no puedo vacunarla todavía contra la Covid-19. Que los pacientes oncológicos aún no están incluidos en el protocolo. Que no es que yo no quiera; que las explicaciones que usted ha dado públicamente son una sarta de patrañas que no se ajustan a la realidad. Que un médico no puede pedir esa vacuna para ningún paciente porque son nominativas, es decir, que llegan para su destinatario desde la Consejería con su nombre, apellidos, DNI y categoría profesional. Que vienen en viales de seis dosis y no pueden haber vacunado a nadie en Molina con un sobrante del vial porque la Consejería recoge inmediatamente esos sobrantes para aprovecharlos. Que ni mucho menos se puede haber vacunado a cinco personas porque eso supondría haber escamoteado no ya un sobrante, sino un vial entero. Que su médico de familia se niega a firmarle ninguna justificación y a ser utilizada como escudo porque no ha sido ella quien se la ha facilitado, sino el coordinador médico. Que por eso ha tenido que ser dicho coordinador el que ha firmado precipitadamente ese lamentable documento, incluso implicando a otros profesionales para salvarla a usted, lo que le ha supuesto un expediente de resultado incierto a estas alturas.
Y si usted no quiere desvelar su situación sentimental ni los verdaderos motivos por los que ha obtenido la vacuna, no seré yo quien lo haga. Le deseo lo mejor para su salud, pero confío en que para ponerse la segunda dosis ya no se salte usted la cola y espere su turno como el resto de pacientes.
Porque la inocente Lola se merece un respeto y hay otros muchos también en la misma situación. Ella aún no tiene más que once añitos y todavía no tiene novio; su edad no le permite competir con usted en ese apartado en igualdad de condiciones.
No se aproveche usted de eso, señora alcaldesa».
Enviado por Adolfo | Vía La Verdad
Esta madrugada la alcaldesa ha dimitido:
Vía 20 Minutos
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