Noé Murrof, un judío rabino de Connecticut, Estados Unidos, compró por Internet un escritorio por 200 euros y se encuentra en el cajón 73.000.
Él y su esposa decidieron que no podían quedarse con todo ese dinero. La pareja localizó al propietario original del mueble y le devolvió el dinero.
La pregunta es, ¿cómo estaba allí todo ese dinero? Al parecer era parte de una herencia que habían guardado allí y no se acordaron de ella al vender el mueble.
El propietario publicó la siguiente nota de agradecimiento en un portal de noticias judías: »No puedo agradecerles lo suficiente su honestidad e integridad. No creo que haya muchas personas en este mundo que hubieran llamado. Me gusta creer que todavía hay gente buena en este mundo loco en que vivimos. Ustedes, sin duda, son unas de ellas».
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