En Lorient, en la Bretaña francesa, en mitad de un puerto lleno de yates de lujo y casas de veraneo, hay un gigantesco y siniestro complejo de hormigón que desempeñó un papel fundamental en la Batalla del Atlántico, una de las más importantes de la II Guerra Mundial.
Se trata de la base de Keroman, que se utilizó para proteger a los submarinos nazis de la amenaza aérea de los aliados.