Pavel Efimov estaba buscando restos de mamuts en la orilla del río Tirekhtyakh (en Yakutia, Siberia, Rusia) cuando se encontró con restos de un animal diferente.
En un primer momento pensó que podría tratarse de la cabeza de un oso de las cavernas, pero después de ser analizado por científicos, se trata de un lobo gigante.
La cabeza del animal se había conservado durante todo este tiempo en el permafrost, que es la capa de suelo permanentemente congelado de las regiones muy frías o periglaciares.
El aspecto del animal indica que estaba perfectamente adaptado a las condiciones climáticas de la época y que podía cazar grandes mamíferos como caballos y bisontes.
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