Esta submarinista hizo un nuevo e inusual amigo durante una inmersión en Tenerife. El pequeño pulpo agarró la mano de submarinista, utilizando sus 300 ventosas para recabar información. Cada ventosa puede moverse de manera independiente, y está recubierta de receptores de gusto y de tacto.
Miedoso pero extremadamente curioso, el cefalópodo realizó varias aproximaciones en una experiencia que la buceadora definió como mágica.