Un niño de dos años se clavó una jeringuilla infectada con hepatitis C que un toxicómano había había usado y después tiró al lado del Hospital Gil Casares, en Santiago de Compostela.
El niño estaba jugando con su padre a la pelota en la cancha deportiva, esta se le escapó y cuando fue a por ella se pinchó en la mano. El padre escuchó los gritos de su hijo y cuando llegó vio que el chaval aún tenía la aguja clavada y tenía restos de sangre.
Fueron a Urgencias y los médicos confirmaron que la jeringuilla estaba infectada. Las pruebas que se le hicieron al pequeño dieron negativo, pero tendrán que esperar seis meses para asegurarse de que no se ha contagiado.
El abogado de la familia está esperando a tener los últimos informes médicos para tomar acciones legales, aunque quieren alertar al ayuntamiento y a la consejería de Sanidad de la Xunta de Galicia debido al enorme riesgo de salud pública que supone que las agujas infectadas sean tan accesibles a menores.
»Es muy duro porque esta enfermedad le puede fastidiar la vida a mi hijo con tan solo dos años», explica el padre, que durante seis meses tendrá que realizarle pruebas a su hijo.
(Vía)
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