Según explica el propietario del taller, estaba jugando con un Honda Integra cuando al rato aparecieron varios policías armados con rifles automáticos de asalto.
Los agentes se pensaron que alguien estaba disparando un AK-47 cuando en realidad era el corte de inyección del coche.
Según explica el propietario, los agentes entendieron la situación rápidamente, menos uno de ellos, que estaba más enfadado y le acusaba de mentir. Finalmente, todo quedó en una anécdota.
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