Ocurrió en la ciudad de Esmeraldas, en Ecuador. Dos sicarios se disfrazaron de médico y policía y entraron en un hospital para acabar con la vida de un paciente.
Buscaban a Alexander Lugo, un preso que se recuperaba tras ser disparado un día antes en la cárcel. Los sicarios entraron con total normalidad en el centro hospitalario y hasta fueron guiados por un guardia de seguridad hasta encontrar la habitación de Alexander.
Acabaron con la vida del preso de nueve disparos utilizando una pistola con silenciador y escaparon del centro. Más tarde la policía informó que los dos delincuentes habían sido detenidos.