Una mujer de Filipinas pidió pollo rebozado a domicilio a un restaurante y lo que le llegó fue una toalla frita.
Cuando llegó, intentó cortar un trozo de pollo para su hijo, pero se encontró con algo «realmente inquietante»…
«Mientras intentaba darle un bocado, me resultó muy difícil incluso morderlo. Intenté abrirlo con las manos y, para mi sorpresa, era una toalla frita».
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